Spaghetti con salsa de langostinos

PRESENTACIÓN
Pedazo de salsa espectacular que convierte cualquier pasta en delicatessen....

PROCEDIMIENTO
Es un poco pesado y tiene algún detalle complicadillo, pero el resultado merece la pena.
Usaremos langostinos crudos, aunque pueden ser congelados, que habrá que descongelar un poco, claro, bien con unos segundos en el microondas, bien dejándolos un buen rato antes a temperatura ambiente..

Primero separa unos cuantos, como un par de ellos por comensal. Con ellos haremos un fumet (caldo), para la salsa: ponlos a hervir en un poco de agua, con algo de sal, un toque de hierbabuena y un buen diente de ajo.

Vamos a empezar por "limpiar" un poco los demás langostinos quitándoles las "antenas" con unas tijeras. Es pesado y podrías no hacerlo, pero yo lo hago para tener menos restos luego al pasar la salsa. Una vez preparados los vamos a pasar bien en una sartén grande con un poco de aceite de oliva, añadiéndoles una pizca sal. Los reservamos y en esa misma sartén vas a pochar una cebolla muy muy picada, al fuego lento y con un poco de sal.

A los langostinos que has hecho en la sartén les tienes que quitar y reservar las cabezas, con cuidado de no aplastarlas (que no se pierda su líquido, que es la vida de la salsa) y limpiarles las colas, que las reservas también hasta el final. Una vez tienes todas las cabezas, las metes en un vaso largo de batir, incorporas los dientes de ajo que has hervido en el caldo y con la batidora pasas todo lo más fino que puedas. Llevará un rato, incluso puedes necesitar ponerle un poco del caldo o simplemente agua. Al acabar viene lo más complicado y pesado: colar todo eso. Necesitas un colador metálico más bien grande y según añades un poco de lo batido lo remueves bien con un cazo o una cuchara, para que pase el líquido y se vaya quedando sólo el resto de los caparazones que vas tirando según le quitas el líquido. Y no olvides ir poniendo la pasta a hervir en agua salada.

Cuela el caldo de los langostinos que tenías hirviendo (que los reservas para decorar el plato en el último momento). En la sartén que tienes la cebolla ya bien pasada añades un cucharadita de harina y las tuestas un momento. En seguida le añades el caldo de los langostinos, removiendo bien la mezcla con un batidor de mano para que no se hagan grumos. En cuanto esté bien ligado y suave, incorpora lo que has sacado de batir las cabezas y sigue removiendo. Es el momento de darle un pequeño toque con un vino blanco o un jerez seco y corregir de sal. Cuando todo esté en su punto incorpora las colas de langostino un momento y ya está para servir. En el plato, ya sobre la pasta, puedes espolvorear un poco de queso rayado (poco) y una hierba al gusto.

Crema de carne con patatas

PRESENTACIÓN
Esta es otra manera de cocinar la carne picada. Otra más.
Es una idea para disfrutarla sola o como salsa para pasta. Aunque aquí se presenta con dados de patatas fritas, que le dan un toque perfecto y lo convierten en un plato poderoso.

PROCEDIMIENTO
Hay varios pasos que dar a la vez. Tienes que hacer un caldo de pollo, pelar, partir y freír las patatas, y hacer la salsa. Así que hay que organizarse.

CALDO. Lo primero será poner un caparazón de pollo a hervir en un poco de agua, con una pizca de sal, una gota de un buen aceite de oliva y quizá alguna hierba aromática a tu gusto. Sería perfecto si le pones una hojas de puerro (puede ser la parte verde que siempre se tira, pero que para caldo es perfecto) y un poco de apio.
Y a esperar un buen rato, poniéndolo a fuego lento cuando haya roto a hervir (en caso de necesidad... siempre puedes sustituir todo esto por un poco de agua que pones a hervir con una pastilla de caldo de pollo y otra de verduras).

PATATAS. Tendrás que pelar tres o cuatro patatas medianas, partirlas en dados y salarlas ligeramente. Hay que freírlas bien hasta que estén doradas. Lo idóneo es hacerlo en una freidora.

SALSA. Para la salsa vamos a hacer una especie de vlouté (como besamel, pero sin leche): picas bien una cebolla pequeña y la pones al fuego lento en una sartén grande con una pizca de sal. Le puedes añadir un par de ajos cortados en láminas muy finas.

Para este momento tienes que tener el caldo preparado: lo cuelas en otro recipiente y lo reservas sin que se enfríe (lo puedes dejar en el fuego muy muy lento). Los restos del pollo hervido sí déjalos enfriar.

Cuando la cebolla esté bien pasada (transparente) añades una cucharada de harina y la tuestas un momento. Inmediatamente incorporas poco a poco el caldo y remueves cuidadosamente un buen rato para disolver bien la harina.
Llegados aquí tienes la opción de pasarle la batidora, haciendo que desaparezcan la cebolla y el ajo y que adquiera un textura untuosa. O bien, dejarlo así, más suelta la salsa y con los trozos suaves de ajo y cebolla visibles. Ambas valen. Prueba una cosa un día y otra diferente otro día y tu verás lo que prefieres. También es el momento de darle un toque con especias: pimienta fresca, nuez moscada, un toque de curry, algo de orégano... A tu gusto.

Las patatas se supone que las habrás ido haciendo en un par de viajes a la freidora (o más si es muy pequeña) y las vas reservando en una fuente cualquiera con un papel de cocina debajo para quitarles el exceso de aceite. Del pollo hervido del caldo puedes tratar de sacar la carne que lleve, migándola con los dedos.

Y ya está todo a punto. Incorpora la carne picada en la salsa y vete removiendo para que se suelte bien. Es el momento de añadirle el pollo migado y una lata de champiñones si tienes, pero no pasa nada si no. Un par de minutos y la salsa habrá mezclado el rojo de la carne y sólo queda incorporar los dados de patatas fritas, remover un momento y a la fuente. Espolvorea queso rallado y un poco de perejil (o de orégano, o la hierba que te guste) y a la mesa. (Las patatas podrían quedar muy bien si las sirves por separado recién fritas y crujientes, pero si eso no es posible, si las has tenido que tener a la espera un rato y ya se han quedado blandas, mejor mezclarlas en la sartén antes de servir).